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¡CCCP, aparta de mí este cáliz!

¡CCCP, aparta de mí este cáliz!

¡CCCP, aparta de mí este cáliz!

Por: Antonio Enrique González Rojas

  Como la dominación debe ir precedida de la preeminencia cultural, so pena de provocar la más implacable reluctancia de quien ve invadida la médula nacional, sobre el lecho de Cuba se concertó a toda prisa, hace más de medio siglo, un erecto entramado ideológico, desde el cual fueron desplegadas banderas carmesíes. Alzáronse agudas hoces y pesados martillos, blandidos todos por matrioskas de siete colores, que volaron de Este a Oeste con el viento, y regresaron en un momento, tomando al Norte por guía. Nunca olvidando que al caer, lo que les fue pedido hubieron de hacer. Sobre las palmas cayó la nieve artificial, y el zarevitz Iván, Kashéi el Inmortal, Vasilisa la Hermosa y el Caballito Jorobadito repartieron revistas Misha a los pioneritos tropicales, mientras que las zanahorias fueron sustituidas, en las faces de los muñecos de nieve, por agudos misiles.

  La cartulina Krásnaya Dream, del artista cienfueguero Camilo Villalvilla, resume con inquietante lucidez, la impronta ruso-soviética sobre Cuba, tópico axial de la exposición colectiva Да конца! (Da kantsá!), que reúne en la galería Maroya, de la sede cienfueguera del Fondo Cubano de Bienes Culturales, a cinco bogatires sin coselete, que dan personales testimonios plásticos sobre la brusca irrupción de las  gélidas tradiciones eslavas sobre la campiña, cual Don en llamas que nos inundara inclemente. Villalvilla, Alain Martínez, Juan Karlos Echeverría, Rolando Quintero y Jorge Luis Sanfiel, desde sus respectivas y contrastantes estéticas de sino gráfico, mixto y naif, se conglomeran en las paredes del espacio expositivo, sin ánimos de conciliar visualidades, deviniendo llamativo valor de la muestra, la incordiante pluralidad de perspectivas y posturas.

  Fantasías arquitectónicas, donde la aguja del Kremlin moscovita se multiplica en los brazos de una orden al valor, y las cúpulas acebolladas de la catedral de San Basilio brotan en los flancos a la catedral habanera, cual gendarmes que custodian la fe; una Matrioska de colorida letalidad, cuyas esquirlas volarán como pájaros primaverales; el color rojo compartido con la gaseosa Coca-Cola, por la Hoz koljosiana y el Martillo proletario. Tales son las semiosis establecidas por Camilo en sus lienzos, cartulinas y escultura, de nítida línea y alto Ph.

  Desde una vivencialidad dolorosa, JK apela con sus piezas de pequeño, pero intenso formato, a los fundamentos eidéticos de quienes plantaron rojos pendones sobre el costillar de la ínsula, pretendiendo acuchillar, a materialismo limpio, la raigambre mística de la Isla, proscribiendo lo real maravilloso por unos años de intolerancia ateísta, tan fallida como impostada.

  Alain parte igualmente del efectivo rejuego iconográfico, redimensionando caracteres, símbolos y objetos cuya huella en la memoria colectiva ha sido relegado a la amable nostalgia y la pintoresca remembranza. El creador recurre a ellos desde una ironía casi corrosiva, rememorando sin benevolencia, más bien atajando al zarevitz que cargó la Isla en peso, y el magro volatín de la utilizada nación en medio del coqueteo belicista entre ambiciosos titanes.

  Hacia zonas más benévolas de la memoria, apelan las telas de sesgo naif concebidas por Quintero, donde quien creció hojeando las multicolores páginas de los libracos cromados editados por Ráduga y Mir, se reencontrará con las brillantes grafías folkloristas que acompañaban los cuentos tradicionales y epopeyas legendarias recogidos en estos volúmenes, exotismo medioeval que coexistió con los cuentos de Juan Candela.

  Sanfiel difumina un tanto las referencias directas a la huella cultural rusa en tierra cubana, describiendo la muerte de un gran gato, súbita para quienes lo veían cual monolítico ente inmortal, siendo acompañado su último periplo por alegre fanfarria de ratones. Otros felinos, quizás en momentáneo desarraigo, esquían en la nieve extraña, mientras los demás retan su fibra de bebedores tropicales, echándose al coleto flamígeros tragos de vodka Да конца!, apurados hasta las heces sin respirar hasta que se divise el fondo de los cálices, donde Cuba agrió más su vino de plátano con el violento alcohol estepario.

Da kantsá (hasta el fondo)

Da kantsá (hasta el fondo)

Da kantsá es la expresión que ultilizan los rusos para tomar el vodka, que siginifica tomar hasta el fondo del vaso, todo de un golpe.

Esta es una muestra de arte contemporaneo colectiva donde 5 artístas pretenden reflejar la influencia y penetración de la cultura sovietica en la cubana.


Copperi y Villalvilla exponen en nueva York

Copperi y Villalvilla exponen en nueva York

Por julio martínez Molina

Noticia para las artes plásticas de Cienfuegos: Luis Alberto Pérez Copperi y Camilo Salvador Díaz de Villalvilla Soto, dos de sus reconocidos jóvenes talentos, exponen en The Cuban Art Space, galería perteneciente al Center for Cuban Studies, de Nueva York.

Ellos presentan su muestra bipersonal Lenguaje privado desde mayo y hasta el 30 de junio en la institución cultural estadounidense, bajo el auspicio de su directora, Sandra Levinson, interesada desde hace años en el arte de Copperi, de quien ha adquirido varios cuadros para su colección.

Luis Alberto viajó a la Gran Manzana para promover las piezas de ambos creadores en este centro interesado en divulgar el arte realizado en Cuba dentro de los Estados Unidos, así como educar al receptor local en torno a aspectos para sí desconocidos de la cultura cubana.

Villalvilla también miembro de la Unión de Periodistas de Cuba y caricaturista del suplemento La Picúa y el Semanario Cinco de Septiembre, explicó a este reportero que, además de una vieja amistad, a ambos artistas los conectan afinidades estéticas, similitudes en su universo de intereses dentro de la plástica.

El catálogo de Lenguaje privado destaca la vastedad de límites de la obra de Copperi (1974) y la fuerza y sensualidad de sus ideas, al tiempo que pondera el valioso trabajo de Villalvilla (1976) con símbolos revolucionarios, sobre

Obra de Camilo Díaz de Villalvilla

Obra de Camilo Díaz de Villalvilla

todo la bandera cubana.

Los dos han desarrollado una meritoria producción artística en su ciudad, e intervinieron anteriormente en exposiciones personales y colectivas en Cuba, México, España, Estados Unidos y otros países.

Villalvilla presentó recientemente una muestra personal en Tijuana

la resistance ¿tras la infidelidad?

la resistance ¿tras la infidelidad?
“las seis de la tarde” pieza de Luis Alberto Perez Copperi

Por: Zulariam Pérez Martí
27 de febrero del 2010
 

 
A veces las apatías son tan evidentes, como drásticos los paradigmas estéticos culturales, pero sin ánimo alguno de amarrarse a dogmas establecidos, La Resistance vuelve tras su tercera edición acá en Cienfuegos..., está vez ya no por La Venganza, sino por la Infidelidad.
 
Ante tal panorama, la muestra expositiva, donde convergen seis artistas de la plástica del territorio, comparte más de 30 obras de diversos formatos, la cual estará a disposición del público hasta finales de mayo en el hotel Jagua, donde  años atrás también el grupo Punto revelaría una de sus más importantes exhibiciones.

“Tratamos de derrumbar antiguas éticas y de cierta manera la fidelidad es una ética decimonónica; ser infieles significa probar otra cosa. La ironía también constituye un rasgo distintivo de nuestra generación. Somos un equipo de amigos que se reúnen a pintar sin normas, reglas ni paradigmas, donde simplemente la fidelidad a la amistad hace el arte”, sentencia Camilo Díaz de Villalvilla, uno de los expositores.

Según declaraciones de los integrantes de La Resistance, la exposición ilustra un crecimiento de ellos como creadores más maduros y portadores de su verdad. De ahí que la variedad de técnicas empleadas y el modo de contar sus conflictos, inquietudes, luchas contra serpientes... develen el “yo” entendido desde una dimensión generacional.

Desde abstractos impresionistas, uso del papel craff, carboncillo sobre lienzo hasta lo digital en función de la obra en sí, conforman las propuestas de estos creadores, en las cuales el antihéroe, entendido como la ruptura de lo idílico, homérico y bíblico, renace constantemente tal y como ocurrió en aquel lejano Bomarzo.

Entonces el arte anda sobre ruedas, lleva el rostro cubierto de hojas, juega entre arquetipos estéticos y porta su propia bandera: la cubana. Alain Martínez, Aslam Castellón, José Ernesto Saborido, Luis Alberto Copperi, Esteban Darias y Camilo Díaz de Villalvilla reconocen a una generación cubierta de desesperanzas y apatías.

Al decir del crítico Antonio Enríquez González Rojas, el rejuego iconoclasta con símbolos sacros y habituales de la cotidianidad cubana convergentes en las cascadas de paradigmas... es una constante conceptual de la pandilla de artistas sureños que se hace llamar La Resistance.

“El que vio la primera edición (2001) de este proyecto, incluso la muralística de nosotros, puede darse cuenta de la evolución, sobre todo, en mis compañeros. Compartir este espacio con ellos es también decirle cuánto los admiro”, agregó Darias.

Con la concepción de que el arte no se va a morir ahora mismo, estos jóvenes cienfuegueros se lanzan nuevamente a mostrar cuanto tienen, y lo novedoso, quizás, se encuentre en que hay hombres que luchan un día y son buenos / hay otros que luchan un año y son mejores... Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. Infieles o no, el arte está echada...; seamos partícipes

Resistir la tentación de ser infiel a resistir

Resistir la tentación de ser infiel a resistir
http://www.youtube.com/watch?v=ilY6lkzYLPc

El rejuego iconoclasta con símbolos sacros y habituales de la cotidianidad cubana, convergentes en la cascada de paradigmas regurgitados al vacío por el agujero blanco súper masivo del Postmodernismo, es una constante estético-conceptual en las obras de la pandilla de artistas cienfuegueros que se hacen llamar La Resistance. Bien como mirada nostálgica a épocas vanguardistas donde los movimientos florecían doquier se rompía una regla estética, o bien como fraternidad de enfants terribles restalladores de cascabeles en oídos timoratos, este grupo de creadores no siguen un manifiesto formal, sino una plural empatía camaraderil de la cual resulta la heterogeneidad de visiones.      

  Camilo Villalvilla, Aslam Castellón, Alain Martínez, Esteban Darias, Luis Alberto Pérez Copperi y José Ernesto Saborido, ya arriban a una tercera muestra conjunta, eminentemente bidimensional. Este convencionalismo curatorial, opuesto a los dos precedentes más instalativos y desenfadados,  quizá impelido por el abolengo del espacio y/o propósitos pecuniarios, no desmedra la solidez conceptual de las respectivas poéticas, encarnadas en la treintena de obras expuestas.

  La aguda indagación que, con paleta y pincel comprometidos, Camilo realiza en el pasado reciente, donde el triunfalista color rojo del dogma teñía las torres de San Basilio, el Memorial Martí, y Marx se alejaba a toda velocidad de los manuales académicos, asume nuevas aristas en la serie Tesis, antítesis, síntesis y en la pieza Tandem

  El ahora y el aquí de la realidad cubana prosaica, amarga, es diseccionado por Aslam en la serie Díptico obligado: La Letra del Año, donde los craft corren el riesgo de corroerse en su propio ácido. Alain retoma, con las obras integrantes de las series Ciudad Hipotética, Vuelo a la luz y Ascenso, su característico surrealismo de suave lírica, y se vuelca con A jugar II y III al asalto del corpus ideo-simbólico nacional. La serie 10 000 símbolos, loable incursión en el arte digital, recombina la iconografía pop USA, con grafías autóctonas, en lúdica metáfora del nuevo ajiaco en que deviene la cultura cubana.

  Esteban Darias redimensiona, bajo luz otoñal, influencias surrealistas del renacentista italiano Archimboldo, traídas a la palestra pop en la serie Naturaleza Viva. Copperi prosigue en sus piezas su estética de sino gráfico, donde la realidad se ofrece bocetada, como instantáneas tomadas al can can arrítmico de la existencia, entre el humo de cigarrillos y automóviles, por un Tolousse-Lautrec moderno.

 

 

  Saborido regresa a sus cuasi abstracciones impresionistas, bajo cuyos velos coloridos se insinúan marinas parcheadas por los siglos, y ciudades abigarradas hasta recordar a Portocarrero. El aura luminosa disuelve contornos e indefine objetos, despejando la esencia de todo viso realista, desnudando la idea.

  Esta tercera entrega de La Resistance dinamita con sus cargas de significados altamente cáusticos, la convención y el glamour que parece seducirlos, sometiendo toda ínfula de artistas sinceros y comprometidos. La infidelidad puede ser pasada por alto como una mentirilla blanca.

 

Antonio Enrique González Rojas

                                                                                 Periodista y Crítico de Arte

Camilo Villalvilla. El recuerdo donde duele

Camilo Villalvilla. El recuerdo donde duele

 

No.23-Oct.2010Octubre 14, 2010 - 2:01pm

La amnesia colectiva parece ser, bajo el equívoco filo de la Navaja de Occam, la solución más eficaz, por su sencillez, para evitar las inquietantes moralejas, enseñanzas y advertencias que la historia reciente emite desde dolorosos errores pasados, a las generaciones, ya hayan sido protagonistas activos o pasivos de los requiebros abordados; ya sean tardíos vástagos, debatida su inocencia entre las cenizas de orgullos pretéritos.

El olvido voluntario del pasado no evita que sus ondas dialécticas de sentido y acción se extiendan irremisibles en el constante viaje de las comunidades humanas hacia el futuro, verdadera naturaleza del estado ilusoriamente estático calificado como presente. Tal actitud hipócritamente temerosa, sólo consigue afilar el otro borde de la hoja occaniana, con el cual será cercenada, tarde o temprano, la cabeza de la sociedad en cuestión, dígase su sentido de pertenencia a una identidad, su compromiso social, la consciencia de ser, estar y participar, más allá de su destino particular como átomo dislocado del núcleo colectivo, en el porvenir total de dicha colectividad, organismo vivo (al decir de Herbert Spencer) que es la nación.

Llamados a ser adelantados mecenas de sus tiempos, absueltos por el siempre justo y casi siempre tardío devenir lógico histórico, artistas como Camilo Salvador Díaz de Villalvilla Soto (Cienfuegos, 1976), más conocido en el mundo de las artes plásticas como Villalvilla, asumen como eje de su obra otra navaja muy diferente, óptima para rasgar los siete o más velos obnubiladores de la consciencia social, sojuzgadores de los homo sapiens, reducidos entonces a avistar e interpretar su historia cual distorsionada sombra en fugaz y onírico periplo por la entrada de su gruta ignorante.

Consciente de ser y estar en un islote espacio-temporal cuya brújula flaquea indecisa entre la utopía y la distopía, invadidas sus costas por un mar de alucinante heterodoxia, en cuyo seno yacen como pecios los fantasmas de los paradigmas pasados, en plena fermentación bajo la acción corrosiva de la crisis cuestionadora y revisionista de la realidad, Camilo advierte la necesidad de corregir rumbos a partir del conocimiento pleno, racionalizado casi hasta el ajuste de cuentas, con los responsables del mutismo histórico. Avanza hacia el pasado virgen, revisita (con sus sólidos trazos, aprehendidos durante su formación como arquitecto en la Universidad Central “Martha Abreu” de Las Villas) íconos y símbolos que pesan en la memoria socio-cultural colectiva.

  A empellones, incluso bajo la amenaza de la navaja occamless steel garantizado, Villalvilla trae al presente inquietantes recuerdos, los desempolva y se los ataruga en el cerebro a los complacidos amnésicos, prendiendo una alarmante Luz Roja, distinguible entre la neblina-placebo, como salvaguarda de  naufragios reiterados.

¿Cuánto depende nuestra existencia presente de la armoniosa ronda donde el Tocororo danzó mano a mano con la Matrioshka; la Estrella Solitaria sacó reflejos de las hoces y martillos acerados; y el Barquito de Papel navegó para  allá y para allá? ¿Quiénes somos tras la epidermis conveniente de los simbolismos cotidianos? ¿Qué queda de sagrado en estas iconografías, condenados a la hibernación en cerebros de osos polares congelados por la ventisca homogeneizadora, exhalación de monstruos acorralados por las dinámicas históricas? Los haces luminosamente bermellones del semáforo plantado por Camilo en terra incognita despabilan a los dormidos plantígrados blancos de ensoñaciones rojas, y los obligan a colocarse espejuelos que miran hacia adentro, a definirse a sí mismos como entidades activas, pioneros-punk por el Comunismo seremos como el Che nacido y vivido en Futuro, fue crucificado muerto y sepultado por manos ciegas de Pasado. 

Su obra delata a Camilo Villalvilla como un artista responsablemente comprometido consigo mismo y con la época que le toca vivir. Inconforme, provocador, está convencido del poder del pensamiento, educado en la aprehensión creativa de la realidad circundante, en plena disensión con todo amago del memorismo débil en conspiración sinonímica con la amnesia del raciocinio. De ahí su serie de instalaciones, dibujos y esculturas centradas en el tema del pupitre-podio, pupitre-escalera, pupitre-sillón de ruedas, pupitre-balancín, así hasta forzar los límites plásticos de “la silla más importante del mundo”, metáfora de la emergencia y consolidación de la dimensión humana atenta, visto el ser como historionauta que va estructurando el camino de adoquines amarillos hacia su Oz personal.

Referencial, iconoclasta hasta la malcriadez y la sátira más ácida, soportadas en una fe, de muy buena visión, en la utopía rediviva (pre-claridad vista como apropiación consciente de ideales progresistas, a salvo del cieno maniqueo y rígido del dogma), Camilo revisa sin temores el jergón histórico que arrastramos hacia el futuro bien presente, zurce con pincel y carboncillo los tajos practicados por la navaja pendular de Occam a fin de vaciar sus sentidos, y expone las cenizas pasadas ante nuestros ojos. A nosotros nos resta optar por el renacimiento…


Por: Antonio Enrique González Rojas

Cuban painter’s work on display at Foster Gallery of Noble and Greenough School

Cuban painter’s work on display at Foster Gallery of Noble and Greenough School

Photos

By Edward B. Colby/Wicked Local Dedham
Posted Oct 14, 2010 @ 07:00 AM
Last update Oct 19, 2010 @ 03:24 PM
 
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Camilo Villalvilla Soto stood beside his painting “Extrañas Aves Migratoria,” a piece of many meanings.

For one thing, as he said, “Los pajaros estan en la forma de Cuba” – the red birds are in the shape of his country.

The birds are all eating and calm, Villalvilla said, and then in a second – he clapped his hands forcefully – they take off, and all disappear.

“Everything is white. That’s the idea,” the artist said.

It’s a reflection on how everything dies, and can disappear quickly, he continued – before adding another layer.

“In Cuba this is not a problem for us, because immigration is so large that (practically) all of the young people” leave for the United States and other places, Villalvilla said, so the birds could be seen as “los jóvenes.”

Villalvilla, who is from Cienfuegos, on Cuba’s southern coast, pointed out where his city might be on his map. He was far from home, at the Foster Gallery of Noble and Greenough School, which has been exhibiting his work and that of a second Cuban artist, Luis Alberto PérezCopperi, in recent weeks. The show, “Private Language / Lenguaje Privado,” closes Friday. The gallery is open for free from 9 a.m. to 5 p.m.

Its director, Amanda Wastrom, said that Villalvilla’s paintings have universal themes, and that you can imagine in your head what’s going on in them.

“But once you hear Camilo talk about them, it gives them a whole other set of meanings,” she said. “They’re really fertile drawings. There’s a lot of territory explored in these.”

The exhibit is a smaller version of the one Wastrom saw in June at the Cuban Art Space of the Center for Cuban Studies in New York. The center – which made Nobles’ show possible – is dedicated to providing information about contemporary Cuba and to helping to normalize relations between Cuba and the U.S.

There is still a ways to go on that front. While Villalvilla appeared for the opening reception and visited with students in residence at Nobles, Copperi was not able to come to the exhibit because of visa problems. “That situation kind of encapsulates what we’re talking about – the fact that it’s so difficult for an artist to get here to visit,” Wastrom said.

Both artists address the legacies of their country’s politics. Copperi’s monochromatic drawings on rough brown paper focus on Cienfuegos, but “his figures explore psychological, political and spiritual territories with fearless objectivity,” according to the gallery.

Villalvilla said his pieces in the exhibit are very recent, with most of them done in 2010.

“Cuba is not only mysterious for you. It is also very mysterious for us,” he said.

Specifically, he is interested in Cuba’s future. “In Cuba we are changing many things, but I think what is important is the form of the changes,” he said in Spanish, before switching to English: “We are in worried in Cuba about the way in which we do the change in the country.”

That is because Fidel Castro is very sick, and who knows what will happen after he is gone, Villalvilla said, but he also thinks it is necessary to change things now.

The famous Cuban musician Silvio Rodríguez thought that “the word revolution, we need to take off the R, and do some evolutions. And I think, like him, that we must evolve things in the revolution,” Villalvilla said. “That is one of the themes that most interest me in my work.”

In Soviet Russia, “the change was very drastic” from Communism to a more radical kind of capitalism in the 1990s, while Cuba has many things that are good and bad, he added.

The Cuban government announced last month that it would lay off more than half a million public workers, part of a still-developing shift toward an economy that includes a substantially bigger private sector. Fidel Castro’s brother, Raúl Castro, has made some reforms since becoming president in 2008.

The Cuban Revolution and Communism echo in Villalvilla’s playful work, such as in his painting of a polar bear dreaming of Karl Marx – whose eyes are closed, and who in turn is dreaming of the polar bear – or “El sacerdote,” an image of Che Guevara as an astronaut.

In 1980 the first and only Cuban went into space, and after that all the kids thought they would be astronauts, said Nobles student Anthony Laurencio-Twymer, who translated at times during the interview along with a classmate.

In Cuba, children say that they do something like Che, Villalvilla said. “The painting speaks of this – of how we all had this dream.”

And of what he wanted the country to be, but it did not happen, translated Nobles student Adriana Ureña.

“Behind every picture is a story,” Villalvilla said.

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